Carlos Ferreyra Carrasco.
Cuando trabajé en el Senado tuve un cierto trato con Raúl Salinas Lozano, padre de Carlos y de Raúl. De otro más que fue asesinado en oscurísimo y nunca aclarado episodio en el Estado de México.
Sabíamos de las ambiciones familiares, expresadas por Salinas Lozano: gobernaremos los próximos 25 años. No se refería al PRI que ya llevaba casi siete décadas de mangonear el presupuesto nacional, sino a la familia Lozano de Gortari.
Al tomar la decisión de quién sucedería a Enrique Peña Nieto, el ex mandatario Carlos Salinas propuso a su sobrina Claudia, hija del asesinado Francisco Ruiz Massieu.
Como debemos registrar, fue preparada con cursos intensivos de Canciller y en otras posiciones. En serio, la consideraban apta pero algo pasó, quizá el país no está para el mandato de una mujer.
Por si las moscas, la colocaron como segunda de a bordo en el dizque partidazo pero junto a un hombre que ni siquiera pasó los exámenes de admisión, menos los de licenciatura o doctorado político: Ochoa Reza, moreliano de ésos que le dan mala fama al estado que fue conocido, gracias al Nopalito, como el estado torpe.
Crecieron las expectativas de Claudia que estaba en los cuernos de la luna. Vino la campaña más desangelada en la historia presidencial de este país. Y la secretaria general tricolor como el chinito, nomás milando, sin meter las manos ni comprometerse en absoluto.
Del otro lado, las mujeres, como Clothier o la misma Beatriz, haciendo proselitismo. El PRI no lo hizo, tampoco el PAN, dos partidos misóginos, repletos de machitos pueblerinos y en el caso de los azules con machos probados... y les gustó.
Llegó la debacle de la que ahora nadie quiere hacerse cargo. Con timidez pero con la garantía de que ya tiene hueso garantizado en el Senado, René Juárez, el sustituto del inútil, anunció su retiro del partido, pero no de los presupuestos ni muchos menos de la rica y sustanciosa nómina legislativa.
Para anunciar su renuncia que él llama retiro, reunió a la gente del tricolor en lo que según la foto circulando parecería ser el cuarto de servicio de Héroes Ferrocarrileros la avenida Luis Donaldo Colosio, como se llame actualmente.
Sin mayores aspavientos se fue. Y Claudia, con rostro macilento y gesto de profunda melancolía o de desesperanza, recibió el encargo: Ahí te haces cargo, a ver qué se puede hacer y nos veremos cuando mejore el asunto. ¡suerte, Claudi!

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