lunes, 30 de abril de 2018

Damas de compañía…



Carlos Ferreyra Carrasco. 

Las modas comiciales. Los aspirantes a La Grande exhiben a sus esposas como si los votantes fueran a cruzar la boleta por ellas. Veamos: El Bronco, el ente surgido de los antros infernales de Chipilinque, nos informa que su caballo come menos que su esposa y que lo lleva más lejos. ¡Su esposa comparada con un ungulado, un equino, un cuadrúpedo! Eso se llama decencia, ingenio y amor del bueno.
Pretende ganarse con eso la simpatía por lo menos de la mencionada quien debe agradecerle que no la haya mostrado con una silla de montar fajada.
Don Peje presume a Beatriz cantando una rola sesentera o algo por el estilo. Destaca sus valores intelectuales y ella, cada vez más, se muestra como parte de la campaña. Para rematar, con Tatiana al lado, desternillándose de risa, le hace caracolitos a alguien, gesto que en los barrios bravos se acompaña con un ¡Mocos güey! Y la consecuente madriza entre los involucrados.
Muy fina la cuestión y bastante más que intelectual. Supongo que se trata de mostrar que no hay arañas en el tejado aunque decisiones legales producto de peticiones populares, como la igualdad de sexos y matrimonios etcétera, no entren en la agenda morenista. Y ésas sí son arañas en el tejado morenista.
Anaya, sin responder un solo cuestionamiento que le perjudique, comienza a sacar a la luz pública a sus hijos, los que mantiene lejos de esta perversa sociedad mexicana tan llena de nacos, ñeros y criminales. En EU viven felices, aprenden idiomas están seguros y se desarrollan en escuela elitista donde no hay negros ni cafecitos.
Busca gobernar un país del que no tiene la menor idea. A sus niñas con sus graciosos moñitos las muestra en uno de sus recientes videos, a la esposa a un lado sin hacer un solo gesto. Le está prohibido porque el único que ejerce la farsa es el señor de la casa.
Margarita no puede ocultar las partes negras de su biografía que, sin embargo, respalda con sus anuncios de gobierno: refuerzos a policías y toda suerte de uniformados. Ejército en las calles, Marinos igual y fomento a la lucha contra los cárteles de la droga; sí, los mismos que nos han costado un cuarto de millón de víctimas, entren ellos, los celebrados “daños colaterales” de los que hablaba su otra parte negra: Felipe.
Niega pretender la continuidad de las políticas fallidas del gobierno de Calderón, pero insiste en las mismas fórmulas. Reitera, claro, su visión de la familia que, creo, ya no es la que comparte el resto de la nación.
Meade arrastra penosamente su campaña entre los señalamientos de corrupción de su partido y ahora los que le añaden a su paso por la burocracia panista y priista, festivo levanta la mano de doña Juana, su esposa, que a la vez saluda con gesto de “ya gané”.
Toda suerte de augurios le anticipan si no la renuncia al menos la derrota. Pero pejeciano, confía en su simpatía, su carisma, su bonhomía y su lo que sea; piensa remontar y para ello su Juana de cabecera es definitivamente una pieza importante… según él.
Y nada, no se dan cuenta de que no votaremos por sus cónyuges y que lo mejor que podrían hacer es el ridículo solos, sin ayuda, por lo que deberían ocultar en lo más profundo de sus entretelas a sus familias.
Nuestras familias, de mexicanos comunes y corrientes, no son tan bellas, tan bien nutridas, tan güeritas, no cantan, no filosofan ni bailan. Ni disimulan aparentar lo que no son.
La foto con que ilustramos, no tiene justificación. Bronco y su caballo, Anaya y sus jumentos. ¡Qué nivel de políticos tenemos!

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